Cartier y la historia de su marca.


Familia de Alfred Cartier con sus tres hijos,
Pierre, Louis y Jacques, en San Juan de Luz. 1922.



La historia del gran éxito de la joyería de Louis Francois Cartier nos recuerda la historia de la Cenicienta pero en versión masculina. Cartier lo tenía todo junto al gran deseo de hacer cosas, trabajaba duro, y tuvo a su Majestad, y también a un hada madrina en la persona de una encantadora condesa.









Esta es su historia.

Louis Francois fue un niño parisino que en su infancia aspiraba a las bellas artes. Ayudaba a su padre en la decoración de los cuernos que se usaban para guardar la pólvora, él hacía los temas más intrincados como adornos, Louis soñaba con un trabajo más complejo y creativo, por lo que aceptó la oferta de entrar de aprendiz al taller de joyería de Adolf Picard. Aquí, el joven aprendió a determinar la calidad de las piedras preciosas, cristales, comprender el corte y la soldadura de los alambres de oro fino, convirtiéndolo en unos elegantes aretes y un collar exquisito.


No pasó mucho tiempo y el maestro Adolf Picard se trasladó a otro local, dejando al joven Cartier a cargo del negocio, pasaros seis años, y Louis-François Cartier se estableció por su cuenta cerca del Palais Royal. En 1847, cuando Louis cumplió 26 años, empezó a convertir en realidad todas las ideas fantásticas para las decoraciones que tenía en idea y en bocetos. Sus bocetos dibujaron cada momento, y llenaron de imágenes sorprendentes más de un álbum. En el primer mes de trabajo en su taller, el joven Cartier se queda mirado a una señora muy bien vestida, que le compra un precioso broche. La visita de esta señora jugó un papel fundamental en la vida de  Louis, porque la generosa dama era la princesa Mathilde, prima de Napoleón III Bonaparte,  la princesa llega a ser cliente habitual y le manda a hacer más de doscientas piezas de joyería como consta en los libros de cuentas de la compañía, también llega a su taller la emperatriz Eugenia de Montijo, quien le encarga un precioso juego de té de plata. Son estas damas las que le dan a Cartier la publicidad por sus obras.



A finales de 1860 se descubren yacimientos de diamantes en Sudáfrica, los que causaron un  impacto enorme en el mundo de la joyería al proporcionar una repentina abundancia de piedras de gran calidad. Las joyas de ese período estaban montadas en guarniciones de plata y oro, estilo Louis XV características de la época, las piezas creadas fueron todo un éxito por el corte de los brillantes, y pasan a ser las piezas preferidas entre la familia real. Además de joyas, Louis Francois comienza a producir botellas de perfumes preciosos, hebillas de cinturones y carteras. Pronto se hicieron clientes del joyero francés, todas las familias reales de Europa.



El apodado “rey de los joyeros” o el  “joyero de reyes” diseña el primer reloj de pulsera masculino, el “Santos”, creado en 1904 para el aviador brasileño Alberto Santos Dumont, su amigo personal, tras comentarle la incomodidad de consultar el reloj de bolsillo mientras realizaba sus vuelos.

Son muchas las joyas míticas diseñadas por Cartier: el collar de diamantes “Bestiary” realizado en los años 20 para el maharajá indio Yadavindra Singh o el famosísimo anillo de compromiso que Rainiero de Mónaco regaló a Grace Kelly y que ella lució en su última aparición en el cine, la película “Alta Sociedad” de Charles Walters.

En el año 1867, la joyería Cartier se presentó en la Exposición Universal celebrada en París, y llegó a ser conocido más allá de las fronteras de los países europeos. En 1874, la empresa familiar dirigida por el hijo de Louis,  Alfred Cartier, cambia la política de comercialización.



Inicialmente los productos eran fabricados por la casa Cartier, y las piezas y los diseños eran fabricados sólo para clientes muy ricos, Alfred Cartier comenzó a producir colecciones para las personas con menores ingresos. El nuevo jefe de la empresa no tiene miedo de experimentar, su colección de joyas en platino, creó un furor entre los amantes ricos de la joyería.

Alfred  y su compañía comienzan con la producción de equipos de sobremesa, y más tarde los relojes de pulsera.

A principios del siglo 20  se crean las filiales de Cartier en el Reino Unido, los EE.UU. y Rusia, las que son administradas por miembros de la familia. El emperador Nicolás II, admiró la belleza de la casa de la joyería Cartier, les ofreció a abrir tiendas de la marca en Moscú y San Petersburgo. En 1940, la empresa Cartier se convierte en el proveedor oficial de 15 familias reales. Durante la Segunda Guerra Mundial la casa Cartier proporcionó asistencia financiera al general De Gaulle en la lucha contra el fascismo. Cuando terminó la guerra, la compañía había tomado otro rumbo con respecto a las joyas, también se aventuró y produjo elementos militares como la espada que reciben los estudiantes de la Academia Francesa, cuya empuñadura es una verdadera obra de arte.



En los años 80, la casa Cartier se convierte en una casa productora. Ahora Cartier tiene 14 plantas de producción y más de 2.000 tiendas en diversas regiones del mundo. Las joyas de Cartier son también un referente en el mundo de la alta costura, y que lamentablemente son tan admiradas que se falsifican rápidamente. Por ejemplo, el popular anillo nupcial de la Trinidad, que Cartier hizo en sus talleres con los tres tipos de oro, rojo amarillo y blanco, para el artista famoso, poeta y cineasta Jean Cocteau.

Cartier, no sólo se trata de una joyería, sino que también es una forma de vida, libre y lujosa al mismo tiempo. El tiempo pasa, pero la historia de Cartier todavía no llega a la cima. La popularidad de la famosa marca sigue creciendo junto con el ejército de sus admiradores y admiradoras, igual que Cartier dio su corazón por la joyería.







Escrito por: Alejandro Glade R.




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