Metalistería

Taller de Metalistería

         Nombre dado en el campo de las bellas artes y las artes decorativas, al trabajo de objetos de valor artístico, decorativo o utilitario, realizado a base de uno o varios tipos de metal —incluidos los preciosos— por fundido, martillado, soldadura o combinación de estas técnicas.

A lo largo de la historia los metales se han utilizado como material para la elaboración de objetos tanto utilitarios como decorativos. En el siglo I antes de nuestra era, el trabajo de los metales de mayor uso  fue el hierro, cobre, estaño, plomo, oro y plata — ya tenía tras de sí una larga historia que había comenzado unos diez mil años antes con el trabajo del cobre. La distinción entre metales preciosos (oro, plata y, desde el siglo XVIII, el platino) y los no preciosos (hierro, cobre, estaño y plomo) proceden de las antiguas civilizaciones del Oriente y de la Europa prehistórica. El oro y la plata, considerados sagrados por los adoradores del Sol y la Luna, estaban en un principio reservados para usos religiosos rituales, fabricación de objetos para templos y para la joyería, así como para los utensilios ceremoniales de figuras semisagradas como los faraones del antiguo Egipto, los reyes, sacerdotes de Oriente y los jefes tribales europeos desde España hasta el Cáucaso. A medida que estos materiales tan apreciados se hicieron más abundantes sirvieron para proclamar el rango social de un grupo más amplio, la elite de cada sociedad: su nobleza y sus grandes guerreros. El uso del oro y de la plata se extendió al adorno personal, a las pertenencias de cada uno como los utensilios para comer y beber, las armas y a otros objetos, e incluso a piezas de mobiliario como espejos, pies de lámpara, sillas y camas. Poco a poco fueron adquiriendo un valor intrínseco que acabó por expresarse en las primeras monedas, discos de oro y plata con una estampación que emitieron los lidios en Asia Menor en el siglo VII a.C. Pronto el concepto de acuñación se extendió por todo el Oriente Próximo y llegó a Grecia y desde entonces las monedas siempre han sido consideradas en la doble vertiente de objetos bellos al mismo tiempo que valiosos. Los metales no preciosos como el hierro y el bronce eran apreciados por su resistencia, en especial para armas y herramientas; el cobre, el estaño y el plomo empezaron a emplearse, sobre todo por su utilidad o durabilidad, para objetos de cocina, almacenamiento o para reforzar todo tipo de construcciones de madera. En la antigüedad se descubrió que los metales tenían la propiedad particular de poder mezclarse o alearse en diversas combinaciones y proporciones para conseguir materiales mejores para fines diversos. De la mezcla de cobre y estaño se obtenía bronce y de la de plomo y estaño, peltre. El ingenio y el conocimiento científico cada vez mayor han explotado esta propiedad de los metales durante los últimos 2.000 años, de tal forma que, aunque todavía es común el uso de las denominaciones hierro, cobre, plomo, plata y oro, casi todos los productos metálicos son, en realidad, de aleaciones muy cuidadas y complejas. Sin embargo, dentro de las bellas artes y las artes decorativas los metales se han utilizado en su estado natural o en aleaciones sencillas.

Repujado en Cáliz de Plata


Caracteríticas: Hay ciertas características que comparten todos los metales: superficie lisa uniforme, gran resistencia y durabilidad, así como maleabilidad (capacidad de poder trabajarse para obtener casi cualquier tipo de forma). Esta maleabilidad inherente a los metales hace que se puedan trabajar por presión cuando están en estado sólido o con moldes cuando se licuan por calentamiento. Además, los metales son reciclables (a diferencia de la piedra o la madera) ya que pueden fundirse y aprovecharse para hacer nuevos objetos. Esta propiedad fue muy valorada tras el descubrimiento de la fundición (extracción del metal calentando el mineral), que data de mediados del quinto milenio,  antes de nuestra era.(a.n.e.)

Juego de cáliz repujado en
 Plata y oro

Técnicas: Las técnicas para trabajar los metales se desarrollaron muy lentamente y, durante mucho tiempo, estuvieron en relación con el progreso de la metalurgia (extracción de una masa de metal de la tierra). Hoy día los expertos sostienen que la metalurgia no se desarrolló hasta que los seres humanos no adoptaron un tipo de vida sedentaria, caracterizada por la agricultura y la cría de ganado. Parece ser que donde primero se dieron estas condiciones fue en la zona del noreste de Persia, donde abundaba el cobre, las rocas ricas en metal, la malaquita (de la que se puede obtener cobre) y los bosques que proporcionaban madera, es decir, energía para los hornos. Los persas desarrollaron los fundamentos de la metalistería utilizando el cobre de la zona y variando las técnicas para aplicarlas a otros metales a medida que los fueron descubriendo. Hoy, por lo general, se acepta la teoría de la difusión: las técnicas se desarrollaron en el noreste de Persia pero los productos, y probablemente también los productores, se fueron desplazando poco a poco hacia otras áreas gracias al comercio y a la emigración. Las técnicas se difundieron hacia las civilizaciones del valle de Mesopotamia, a través de la zona occidental de Persia y la costa mediterránea oriental hasta llegar a Egipto, hacia el norte de África y de allí hasta España. Una segunda ruta partía del oeste de Persia a Anatolia y desde allí, cruzando el Helesponto, hacia Europa. Esta difusión comenzó alrededor del quinto milenio a.n.e. y continuó durante más de 2.000 años.

Repujado Cincelado


Técnicas primitivas: La metalistería más antigua es la del cobre, que se remonta quizá a fechas tan lejanas como el 11000 a.n.e., utilizando pequeñas pepitas de cobre recogidas del suelo o del agua. Es probable que al principio esas pepitas se consideraran como un tipo especial de piedra de atractivo colorido, que podían afilarse o golpearse —métodos que ya se usaban para trabajar la piedra, el sílex y la obsidiana— para hacer adornos.


Repujado




Recocido: El siguiente paso fue el descubrimiento, alrededor del 5000 a.n.e, de que esas pepitas podían trabajarse mediante martillado si se las calentaba al rojo vivo y después se las dejaba enfriar; si esto se hacía varias veces, durante el martillado el material permanecía blando y fácil de trabajar. Los fuegos que se hacían con madera común producían el calor suficiente como para llevar a cabo este proceso, que se conoce como recocido. Si el metal se somete a un martillado constante sin haberlo recocido, se torna demasiado duro y quebradizo y aparecen las consiguientes grietas irregulares.

Fundición






Fundición: El siguiente descubrimiento tuvo lugar después de inventarse el horno cerrado de dos cámaras para la cerámica, en el que se logran temperaturas muchísimo más altas que las de los hornos abiertos utilizados para la alfarería a baja temperatura. Esto ocurrió probablemente, casi con seguridad, antes del 4000 a.n.e y condujo, unos 500 años más tarde, primero a la fundición de pequeños trozos de cobre y malaquita (de la que, en determinadas condiciones, puede extraerse cobre) y, más adelante, a fundir grandes cantidades de mineral de cobre en hornos que al principio se parecían a los de dos cámaras para cerámica. Hasta el momento en que se pudo fundir, no se produjo un incremento importante en el suministro de cobre y objetos hechos con él.

Fundición de Joya a la cera perdida

Cera perdida  foto1
Aleaciones: Finalmente, el descubrimiento de la fundición llevó al desarrollo de aleaciones simples que se realizaban mezclando diferentes minerales durante el proceso de fundido. Esto ocurrió después de un periodo intermedio, alrededor del 3000 a.n.e, en el que se observó que los minerales compuestos —rocas que presentaban una o dos partículas metálicas diferentes— producían un metal superior. El cobre obtenido por fundición continuó dedicándose al principio a herramientas pequeñas y a adornos realizados con las antiguas técnicas de martillado o afilado que se habían aplicado para el cobre en estado natural. Sin embargo, se ha descubierto que las armas y herramientas del periodo pre-dinástico en Egipto (c. 3200-3100 a.n.e) estaban hechas, sin lugar a dudas, con cobre fundido y vaciado. En Ur, Mesopotamia, se han extraído de las tumbas reales gran cantidad de objetos preciosamente trabajados en oro, plata, electro (aleación natural de oro y plata), cobre e incluso bronce primitivo. Muchos de estos objetos están hechos con el método de vaciado tanto a la cera perdida como a la arena.



Cera perdida foto2
Cera perdida foto3





Aplicación de técnicas: Hacia el 2500 a.n.e ya se llevaba trabajando el cobre al menos 3.000 años y las principales técnicas de la metalistería habían pasado por procesos de desarrollo muy lentos. Para entonces estas técnicas también se aplicaban a otros metales, como la plata, el oro y las aleaciones de cobre y estaño con las que se obtiene el bronce. Las técnicas utilizadas para dar forma eran la de forja y batido en frío o en caliente, que evolucionaron a las técnicas del martillado y relieve, utilizando martillos blandos de hematites; la del recocido; la del afilado, que dio paso al pulido y lijado fino (esmerilado) usado en la producción de espejos; la de unión de dos láminas de metal con junturas superpuestas o remaches y más tarde por soldadura; y la técnica de colada o fundición. Después de inventarse esta última se utilizó el batido para reducir una pieza de metal a planchas, técnica que hubo de seguir utilizándose hasta que, en el siglo XVII, se inventó el laminador que permitía obtener planchas de metal por medios mecánicos. Aunque para el trabajo del metal a nivel industrial se han introducido otros métodos, como el torneado, han sido y siguen siendo la soldadura, el batido, el recocido, el relieve y la colada los métodos artísticos que se utilizan para dar forma a los metales. Se supone que estos fueron los métodos utilizados por primera vez por las comunidades agrícolas de fin del neolítico que habitaban en la región montañosa del noreste de Persia.

Cera perdida foto4
Técnicas decorativas: Se cree que la mayor parte de las técnicas decorativas se desarrollaron cuando el material crudo refinado llegó, gracias al comercio, a las civilizaciones urbanas más evolucionadas del suroeste de Persia, Mesopotamia y Egipto. Al mismo tiempo empezaron a surgir distintos tipos de artesanos como el orfebre, que labra objetos de oro, plata u otros metales preciosos, y el platero especializado el trabajar la plata.


Cera perdida foto5

Repujado: La decoración de los metales depende de su relativa maleabilidad. Probablemente la forma de decoración más antigua surgió de los propios procesos de batido que se empleaban para dar forma al objeto, ya que es posible hacer surcos o aristas golpeando la superficie o, en el caso de láminas de metal, el envés del material. De esta forma se obtiene el agradable efecto de nervaduras paralelas como las que presentan los vasos y otros recipientes encontrados en las tumbas reales de Ur. Mediante un martilleo más localizado y específico puede realizarse todo tipo de relieves, desde sencillas protuberancias hasta acabados de efecto pictórico. Esta técnica, conocida como repujado, se ha utilizado durante más de 4.000 años y alcanzó su apogeo en los utensilios religiosos y de uso doméstico realizados en oro y plata en la Europa de los siglos XVI y XVII.

Grabado y cincelado: También pueden realizarse diseños sobre la superficie, bien sea eliminando una franja angosta de metal con una herramienta de corte o grabado, o bien presionando la superficie con una punta roma y martillando a lo largo de la línea del dibujo sin eliminar metal. La primera opción se llama grabado y la segunda cincelado, técnicas reservadas principalmente para el trabajo de los metales preciosos.

Trabajos en Cobre
Deslustrado, grabado al agua fuerte y oxidación: Otro método de decoración de la superficie es imprimir un diseño repetitivo de líneas (suele utilizarse para los metales preciosos), creando así zonas rayadas o mates que contrastan con las que mantienen su brillo y reflejos. Otro consiste en oscurecer algunas zonas del objeto aplicándole un ácido, o aguafuerte, que se suele utilizar en las armaduras de acero y en las partes de este metal de las armas. En el siglo XIX se inventó un proceso de oxidación intencionada que consistía en aplicar azufre sobre una superficie de plata pulida, con lo que se obtenía un sutil efecto de oscurecimiento.
 
Espuela Chilena de Plata


Dorado y damasquinado: Pueden conseguirse efectos decorativos muy lujosos cubriendo un metal con otro, como en los objetos de plata, bronce y acero que han sido dorados total o parcialmente, o incrustando un metal en otro, como por ejemplo incrustando hilos de plata y oro en bronce, acero, oro, cobre y latón. Este último método fue perfeccionado en el mundo árabe durante la edad media y se llama damasquinado puesto que la ciudad siria de Damasco era famosa por este tipo de trabajo. Las vasijas ceremoniales chinas de bronce del primer milenio a.n.e. presentaban exquisitos damasquinados en oro y plata. En Europa durante el siglo XVI se empleó para decorar armas y armaduras. Más tarde, su uso quedó limitado al adorno de pequeños objetos, técnica muy practicada en España, sobre todo en Toledo y Granada.
Granulación y filigrana: Otras técnicas de decoración de la superficie que utilizan un metal sobre otro son el granulado y la filigrana. La granulación, que se utiliza en joyería, sólo puede hacerse con el oro y consiste en soldar partículas de oro sobre superficies del mismo metal. Los mejores ejemplos de este trabajo son los que realizaron los etruscos en el siglo VI y siglo V a.n.e. Las partículas eran tan diminutas que parecía que la superficie tenía una pelusa de oro. La filigrana puede realizarse con oro o plata y consiste en confeccionar diseños calados con dos o tres hilos finísimos de oro o plata entrelazados o trenzados. En los siglos XVI y XVII la filigrana tuvo gran difusión en la decoración de jarras, vasos y copas, sobre todo en Italia, España y Alemania, y durante el siglo XVIII y el siglo XIX en Latinoamérica. En Rusia y en los países escandinavos la filigrana se continúa utilizando en la artesanía local para realizar cajas, estuches de espejos y joyas de inspiración campesina. Es, obviamente, un trabajo de gran fragilidad y suele llevar, excepto en joyería, un material de refuerzo. También se realizan trabajos de filigrana en España e Italia, aunque fundamentalmente como recuerdo turístico. El trabajo de efectos similares al calado. Utilizado sobre todo para adornos de objetos de plata y algunas joyas, se denomina ajouré y se logra cortando y perforando el metal para obtener el diseño deseado. El ajouré gozó de gran aceptación desde finales del siglo XVII hasta comienzos del siglo XIX. También pueden aplicarse pequeños motivos recortados o calados sobre una superficie plana para obtener una decoración en relieve, método que se ha venido utilizando durante más de 4.000 años.


Ornamentación con otros materiales:

Ornamentación y aplicaciones decorativas

Todas las civilizaciones en las que existe una clase social alta o acaudalada han utilizado, desde hace más de cuatro milenios, la metalistería decorativa enriquecida con otros materiales, entre los que se incluyen las piedras preciosas o semipreciosas, los esmaltes y una amplia variedad de materiales como maderas exóticas, marfil, jade, ámbar y niel (lámina de plata esmaltada en negro). En tiempos remotos, los objetos ceremoniales a veces estaban decorados con tanto exotismo como las joyas y los instrumentos del culto. En épocas más recientes, este tipo de metalistería decorativa ha quedado reservada a los objetos personales y a la joyería.




Por: Alejandro Glade R.





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