El cuidado de nuestro planeta y la ética de los materiales.


Siempre he pensado que si no nos preocupamos de la fragilidad de nuestra tierra llegará el minuto en que la situación no tendrá vuelta… Por lo que debemos hacernos cargo de la codicia de los pueblos que no les importa lo que a nuestra tierra le suceda, como orfebres y joyeros tenemos la obligación de tener el cuidado que corresponde en el uso de los materiales y esto debemos pensarlo y hacerlo nuestra rutina.

Hace un tiempo ya, paseando por una feria de artistas y orfebres, vi un brazalete de marfil, muy bien trabajado en plata, me detuve a mirarlo y a la par de la observación pensé que como era posible que todavía  se usaran materiales como el marfil, bueno parece que hasta ese minuto todavía quedaban personas a las que todavía no les llegaba lo del cuidado del planeta.


Hechos simples que si no nos preocupamos nos llevarán al desastre.

-          Cada pieza de marfil tiene un elefante amarrado y muerto. Esto no se puede eludir, esto no se puede negar.

Al menos el 80 por ciento del marfil comercial es ilegal y puede implicar hasta la muerte de personas por obtener estas finas mercancías.

El treinta por ciento del marfil del mundo (¿el del elefante?) Se utiliza en los Estados Unidos. Es posible un impacto real en el mercado (como si eso fuera un requisito previo para hacer lo correcto).

La demanda del mercado de marfil es tan alta que el peso de los colmillos está cayendo exponencialmente. Cada año mueren más elefantes y más jóvenes.




Cada vez más, cada elefante representa una parte muy importante del futuro genético de la especie. Esto hace que la muerte de cada elefante  sea cada vez más resonante, más terrible, más importante que nunca.

Al presentar la apariencia de marfil y fomentar una mística del marfil, incluso el uso de "marfil fósil" o marfil de morsa puede impulsar el mercado ilegal. Incluso los sustitutos del marfil, como Micarta (que se usa en mangos de cuchillos), a menos que se presenten específicamente como sustitutos importantes y bien explicado del marfil, puedrían  seguir impulsando el mercado real del marfil.



Finalmente, el marfil es solo un material y nuestras responsabilidades como orfebre o joyero no terminan ahí.

El marfil no es malo en sí mismo, la muerte de un elefante no es malo en sí mismo: pero la muerte y el exterminio de una especie es una pérdida monstruosa y las pulseras y los juegos de ajedrez no son una excusa para seguir matándolos.

 Los bosques exóticos no son sagrados en sí mismos, pero derribar un árbol de cada mil y quemar el resto, en un hábitat que alberga a miles de especies y nos proporciona el aire que respiramos, es porque esas personas son inconscientes y miopes.


El oro y los diamantes no son malos, pero cuando provienen de Sudáfrica, y cuando los proveedores no especifican su fuente, pueden ser hasta de fuentes esclavistas,  eso puede ser una  carga bastante pesada cuando se ha comprado un par de aros sin saber su procedencia. Esta idea de "carga", es por las implicaciones que los objetos de joyería llevan consigo, ya es un tema que se ha conversado mucho pero sigue ocurriendo.

Se requieren acciones para que se produzcan cambios, las cosas que antiguamente parecían inocentes ahora se han vuelto malas o tontas. Que hacemos cuando todavía queda gente que dice: (“No tengo tiempo para pensar en esas cosas; tengo un negocio que dirigir” o “Mis clientes solo comprarán cosas que tengan marfil o diamantes”). Estas son excusas inaceptables porque las preocupaciones pecuniarias no pueden tener precedencia sobre las morales. El segundo miedo subyacente es el miedo al cambio. En nuestro caso, este miedo está en parte ligado a la redefinición de lo precioso. Por ejemplo, frente a las joyas de plástico, aluminio, o bambú, nos aferramos a lo tradicionalmente precioso.

Nunca más debemos pensar en descartar. Creo en el reciclaje tanto como sea posible y en la  energía solar, eólica, etc. todo lo que nos sirva pero no dañemos nuestro entorno, nuestro medio, nuestro planeta.

A menudo negamos responsabilidades y eludimos deberes; ignoramos lo obvio y despreciamos lo sutil; citamos impotencia o insignificancia para justificar nuestra falta de participación en el ejercicio de lo que está bien y lo que está mal. Olvidamos que el contexto es muy importante y es finalmente crucial, que las cosas que antes eran triviales ahora cobran importancia, porque pueden ser cuestionables, pero tenemos la clave para la supervivencia de muchas cosas importantes.

Tenemos la responsabilidad de intentar marcar la diferencia aunque solo sea con un gesto. Los gestos convierten la insignificancia en poder. Cambian lo inútil en precioso. Esto es importante, porque hacemos cosas preciosas.

Como orfebres y joyeros, tenemos una excusa más débil que la mayoría para evitar gestos importantes, porque lo que hacemos depende de entender, en el fondo, los significados, implicaciones y verdades de lo que hacemos. Debemos comprender no solo lo que pretendemos que signifique nuestro trabajo, sino también el bagaje y las cargas que asume nuestro trabajo debido al contexto de nuestro mundo.

El oro, los diamantes el marfil son hermoso. . . pero su belleza, hoy —ahora— es un barniz sobre la muerte y la desaparición de una especie. Hay elementos son usados en la joyería  que tienen un brillo oscuro por decirlo de alguna manera.

El oro  los diamantes el marfil, por hermosos que sean, ya su ostentación hace pensar en la dignidad humana.

En muchos casos, nuestras responsabilidades son claras: el uso de algunos de estos materiales no es correcto. Es nuestra responsabilidad en el tratar de hacer lo correcto y sigue ahí: como buenos orfebres debemos seguir investigando en desarrollar nuevas fuentes alternativas y explorar materiales alternativos, redefinir lo precioso y educarnos nosotros mismos y a nuestros patrocinadores. La responsabilidad de tratar de hacer lo correcto sigue ahí, de eliminar nuestras diferencias de opinión y de poner más énfasis en nuestras experiencias como artistas orfebres.

No debemos ignorar nuestras responsabilidades sobre la carga de las cosas que hacemos como orfebres y joyeros.

 

Escrito por: Alejandro Glade R.

 

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